La sangre trata a toda costa de mantener su pH, ligeramente alcalino, para ello difunde hacia los tejidos todo exceso ácido, donde es recogido por la linfa.

El sistema linfático es un sistema circulatorio unidireccional que recoge desechos y también productos útiles de los tejidos. Los ganglios, entre otras funciones, hacen de estaciones depuradoras. La linfa limpia procedente de todos los vasos linfáticos del cuerpo, desemboca en la vena cava, antes de su entrada en el corazón.

Cuando la linfa recoge demasiados ácidos, lo que primero se ve afectado es el sistema inmunológico. El exceso de acidez perturba a los linfocitos, células que nos defienden de las infecciones, y éstos no pueden cumplir su misión.

Cuando la acidez es tanta que no puede ser totalmente absorbida por el sistema linfático, se acidifican todos los tejidos. Riñones, pulmones y piel también se encargan de eliminar ácidos y también se ven afectados.

Síntomas de acidez:

  • Falta crónica de energía. Propensión a la fatiga y al frío, cansancio, debilitamiento general.
  • Sabor agrio y viscoso al despertar.
  • Desequilibrios nerviosos y emocionales: nerviosismo, irritabilidad, tendencia a la depresión.
  • Dolores en las extremidades, dolor al presionar los músculos.
  • Dolor de cabeza.
  • Disminución de las defensas, produciéndose infecciones repetitivas, de cualquier tipo: resfriados, amigdalitis, faringitis, bronquitis, cistitis, infecciones genitales, etc…
  • Irritación de tejidos: Inflamaciones dolorosas frecuentes, heridas en las mucosas, ardor al orinar, sudor ácido que agrieta la piel…
  • Problemas dentales, caries, encías inflamadas
  • Problemas gástricos e intestinales.
  • Formación de depósitos: articulaciones bloqueadas, sordera…
  • Cálculos renales y en la vesícula biliar.
  • Desmineralización ósea.
  • Agravamiento de los procesos alérgicos.
  • Insomnio.
  • Calambres, contracturas (predisposición a sufrir lumbago, ciática y tortícolis), espasmos musculares.
  • Eccemas, predisposición a las infecciones por hongos.

Si nos identificamos con alguno de estos síntomas, habría que:

  • Reducir los alimentos acidificantes: alcohol, azúcar, grasas, tomates crudos, harina blanca, cereales refinados, legumbres, pescados, aves, carnes, yema de huevo.
  • Incrementar los alimentos alcalinizantes: verdura de hoja, patata, zanahorias, almendras, plátanos, castañas, fruta madura, té de tres años, raíces, Kuzu, algas, ciruela ume(es la más alcalinizante, 2 gramos pueden neutralizar 100 gramos de azúcar), umeboshi, tamari, miso, gomasio.

Para una persona sin problemas, en la dieta debería haber el doble de productos alcalinizantes que acidificantes. Si la persona es muy activa debería ser todavía superior: 1 parte de alimentos acidificantes por cada 4 de alcalinizantes.

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En el herbolario hay una cinta medidora de pH, que puede ser de interés para saber que tan ácido tenemos el pH en la saliva o en la orina, y también hay complementos y superalimentos para ayudar a alcalinizar, pero el cambio en la alimentación es básico.

 

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